El Camino de Santiago es mi pasión porque reúne todos los ingredientes para que sea una experiencia única: un reto personal, paisajes y senderos de ensueño cargados de belleza, peregrinos con buena energía predispuestos a compartir la experiencia, arquitectura fascinante en un recorrido por la riqueza histórica de España a través del arte de construir, y por supuesto, una deliciosa gastronomía típica que te envuelve con sus sabores.
Cada lugar dentro de este recorrido tiene su propia parada gastronómica y un plato para elegir: la tarta de Santiago, el lacón con grelos, la empanada o el caldo gallego, los pimientos de Padrón, las carnes o el marisco fresco como zamburiñas, nécoras o vieiras (por cierto, ¿te habías fijado que la concha de la vieira es el símbolo del peregrino del Camino de Santiago?).
Todos están espectaculares, sin embargo, en este artículo me centraré en uno de mis platos favoritos: el pulpo a la gallega. Según la serie ‘Gastronomía: España en 19 platos’, el origen de este plato se remonta a las ferias de ganado a las que acudían los pobladores de la comarca de La Maragatería, en el norte de León, que traían el pulpo seco de Galicia. Hay varias formas de pedirlo: el “pulpo á feira” es un plato que consta de pulpo cocido, el cual se corta en láminas y se coloca en un plato de madera, añadiéndole sal gruesa, pimentón y aceite de oliva. El “pulpo a la gallega” se prepara exactamente igual, la diferencia radica en que el pulpo se acompaña de patata cocido.
¿Pero acaso son todos los pulpos iguales? ¿Por qué el de Galicia es tan exquisito? La principal diferencia respecto a los importados es que es más sabroso, según coinciden expertos en gastronomía gallega. Todos los pulpos pertenecen a la misma especie, pero el de Galicia es de roca y se alimenta de marisco, centollos mejillones y moluscos de las rías gallegas, y el africano, por ejemplo, vive en la arena y tiene otra dieta menos selectiva, algo que se nota en el sabor.
Además, a simple vista, el pulpo gallego siempre es un poco más oscuro; con color cobrizo, como el fondo marino gallego, y por lo contrario, el pulpo marroquí es más homogéneo, más gris y desprende menos aroma frente al gallego.
Mientras escribo recuerdo cada vez que me lo pido en el Camino de Santiago… parece que ya puedo sentir en mi paladar el sabor del pulpo mezclado con el pimentón y el aceite de oliva. ¡Buen apetito!
Fran González
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